miércoles, 14 de octubre de 2009

Guillermo Sención Villalona

Carta

Te miro de cerca
Te observo, me conmuevo,
Se aflige mi conciencia.
Te miro, y estás ahí, debajo.
Eres trabajador, conato de artista.
Eres limpiabotas.

Con tu arte
Aprendido en los primeros días de tus sueños,
Cristalizas el cuero, lo pules.
Tu arte hace ese espejo donde puedo palparme,
Mirarme, sonreír, agradecerte.
Te colgaron profesión sobre la espalda.

Tus pies
Tus enormes pies deformes, asimétricos,
Andan sueltos, sin tutor, sin protector.
Tus pies son anchos, dilatados,
Engordaron sin los muros del calzado,
Crecieron con el polvo de la tierra y el asfalto.

Tus ojos
Tan oscuros, como un páramo de noche,
Son redondos como faroles en aviso.
Tus ojos son el espejo de tu existencia,
Tienen la tristeza de una despedida.
Tu expresiva vista quiere hablarme, me interroga.

Y tu piel
Es de concha, es oscura,
Recipiente de vagos insultos.
Tu piel es dura,
Se confunde con las rocas.
Es epidermis de juventud perenne.
Ese sol que ves
Te golpea como el jinete castiga al caballo,
Como el peso del corcel doblega la hierba.
Ese sol que temes, misterioso,
Quemó a tus ancestros en brutal travesía
Donde el mar unió continentes.

A ti
Te envío esta carta, este poema,
Sintiendo que eres hombre siendo niño.
A ti te pido que escondas mis palabras,
Guárdalas en tu corazoncito dolido.
Es nuestro secreto, nuestra confidencia.

Quiero ser
Tu quiromántico y tu consejero.
Cuidarte como custodio de bóveda.
Quiero ser tu profeta y tu oráculo,
Poder guiarte en esta vida de buenos y malos,
Conducirte en este mundo de niños tristes.



Guillermo Sención Villalona
29 de septiembre de 1997.

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